1ª: Exceso de adverbios acabados en “-mente”
Que sencillo es abusar de los adverbios terminados en “-mente”. Es cómodo, práctico, eficiente… y feo. Delatan dos rasgos principales de un escritor que no le hacen quedar en buen lugar:
- Escritor novato, con poca práctica en el dominio del lenguaje y sus normas.
- Escritor perezoso, que no revisa a fondo el texto.
Lo que es malo es la repetición constante de los “obviamente, cabalmente, constantemente, realmente, simplemente…”
Observa la cantidad de ellos que utilizas. Si en un mismo párrafo o en
párrafos seguidos, has usado dos o tres, seguro que puedes sustituir
algún “desgraciadamente” en un “por desgracia…”
Ten en cuenta estas normas de estilo cuando decidas emplear un adverbio terminado en “-mente”:
- Conservan el acento de su raíz: débil = débilmente; jamás se acentúa la terminación.
- Si quieres poner dos de ellos seguidos sólo es necesario mantener la forma “-mente” en el último: “Se tendió allí, dulce y serenamente”…
- O bien separar dos de ellos por comas para dar un matiz más subjetivo: “Se tendió allí dulcemente, serenamente.
- Debes evitar la forma enfática “yo personalmente”: es una redundancia.
Los adverbios “mayormente” y “mismamente” son considerados vulgarismos. Las formas más acertadas son:
Mayormente = principalmente
(o también “sobre todo” si quieres evitar el adverbio)
Mismamente = precisamente